
La Navidad asoma en nuestras vidas. Es una época de recogimiento familiar, de recuerdo… una época en la que a pesar de la nueva realidad que nos afecta este año, solemos reunirnos más con nuestro entorno y compartir muchas horas y días de celebraciones alrededor de una mesa.
A pesar de que para muchos es una época que se suele identificar con la alegría y la festividad, hay muchas personas que sufren especialmente durante esta época en relación con la alimentación. Me refiero a todas aquellas personas que están tratando de realizar un cambio de hábitos, siguen una pauta alimentaria concreta o están en un proceso terapéutico debido a su relación con la comida.
La presión por cumplir los objetivos establecidos en cuanto a la alimentación, el miedo a fracasar de nuevo, el complejo de inferioridad por no lograr dominar las emociones, la angustia de que aparezcan los atracones de nuevo… Son un breve ejemplo de los pensamientos negativos y emociones invalidantes que llenan de frustración, miedo, ansiedad y mucho malestar emocional en estos casos.
Por eso, la Navidad es una buena época para empezar a practicar la AUTOCOMPASIÓN con uno mismo, esto es, aceptarse con nuestros miedos y debilidades y querernos más que nunca para cultivar más nuestra autoestima y fortaleza mental y emocional. Es importante apreciar que cuidarse y tener un estilo de vida saludable no solamente concierne a nuestra salud física, sino que también requiere de un cuidado mental.
¿Cómo podemos empezar a practicar la autocompasión?
- Empezar a escucharnos más a nivel emocional: obsérvate cada día y trata de ver cómo te sientes.
- Dejar de presionarte por ser mejor o abarcar demasiadas cosas: por más que te presiones no lograrás rendir más en aquello que te propones, simplemente acepta tus tiempos y que no tienes porqué llegar a todo de forma instantánea.
- No te castigues ni te riñas los días flojos, al contrario, escúchate más que nunca y acepta que ese día, simplemente no estás al 100%.
- Aprende a quererte desde tus fallos: aquello que nos hace más vulnerables es lo que debemos apreciar más de nosotros para poder fortalecerlo, pero desde el cuidado y aceptación.
- Quiérete un poco cada día: cuidándote mediante pequeños momentos solamente para ti. Debes ser la primera persona que se quiera cada día, para poder dar a los demás tu mejor versión de ti.
- Si estos días los objetivos propuestos te cuestan no te frustres ni te rindas: prueba de elaborar unos más sencillos que te permitan mantenerte cerca de unos buenos hábitos alimentarios sin necesidad de que tu malestar aumente. Recuerda que el balance es la clave del éxito.
El proceso de cambio no es siempre fácil ni instantáneo, además de ser diferente en cada persona, por ello es importante lo que vamos logrando día a día, con pequeños gestos y cambios.
Aprender a quererse es igual, uno necesita tiempo y dedicación hacia uno mismo… Se trata pues, de ir cultivando nuestra semilla, con mucho mimo y dedicación para que florezca nuestra mejor versión!
Deja una respuesta