
Hoy me gustaría hablaros de los propósitos y el proceso de cambio, porque nunca es mal momento para proponerse un cambio en nuestra vidas y más, cuando nuestro cuerpo “nos lo pide a gritos”. Y es que a veces, el cuerpo nos pide un cambio, lo sentimos en nuestro ser. Es como si éste nos dijera: “¿no te enteras o qué? ¡Tenemos que cambiar porque así no podemos seguir!”. Eso está bien, es decir, notar que nuestro cuerpo “se queja” de lo que hacemos, porque significa que lo escuchamos y que somos capaces de percibir las señales físicas de la necesidad de cambio. La dificultad, pero, surge en el momento en que a nivel mental nos decidimos a iniciar aquél cambio que el cuerpo pide y quiere que hagamos para sentirse mejor, más vital, liberado y sano. No es fácil iniciar ese proceso, y lo llamo así “proceso”, porque como tal tiene varias fases.
La primera de ellas, empieza cuando la persona empieza a cuestionarse si lo que hacía hasta el momento es lo más adecuado, eso es, si le conviene y le aporta beneficios. Esta es la etapa de cuestionamiento, ya que uno mismo analiza cómo actúa y se plantea si sería bueno o no, iniciar ciertos cambios para sentiste mejor, ganar en salud, etc. En esta fase se mezclan varios sentimientos, por un lado, uno se puede sentir cansado o harto de ciertas conductas que ha estado realizando, o bien asustado y extrañado porque ve que el camino que lleva no es el que quería llevar y que no le hace feliz. Por el otro, cuando uno se plantea la posibilidad de cambiar y atisba la acción que le llevara a dicho cambio uno se siente aliviado, ilusionado y con mucha motivación para llegar al objetivo.
Las etapas que le siguen a dicho proceso son las del propio cambio, donde uno se pone manos a la obra y empieza la tarea que se había propuesto, seguida de la etapa de consolidación, aquella que supone la integración del cambio como un hábito, es decir, como una acción que la persona realiza de forma habitual en su día a día.
Seguramente, más de una vez y de dos, alguno de nosotros hemos fracasado en nuestro propósito, y esto nos ha provocado malestar y dolor, porque nos hemos culpado directamente del fracaso. Antes de fustigarte y “machacarte” por tal acción, si estás decido a cambiar algo en tu vida, o si tienes alguna espinita clavada por aquello que no llegaste a lograr en su día, te recomiendo que leas estos consejillos:
-Ante todo siempre hay que ser sincero con uno mismo y querer realizar dicho cambio. Aquí no está permitido eso de “ay como Pepita hace esto y está tan divina yo también lo haré” o lo de “me ha dicho Juan que haga esto y claro tendré que hacerlo…”; hay que actuar porque uno quiere y está convencido de ello.
-Plantearse objetivos realistas es básico. No podemos proponernos algo que nos cueste una barbaridad o que resulte casi imposible, pues duraremos menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Las prisas en un proceso de cambio no son buenas, los buenos progresos se suelen alcanzar de forma lenta y gradual.
-Sentarse antes y pensar bien nuestros objetivos para que se adapten a nuestra forma de ser. A parte de ser realistas en cuanto a dificultad y realización, debemos plantearnos un cambio acorde con nuestra personalidad, creencias y valores. Por ello, debemos reflexionar si es un cambio que de verdad va con nosotros y creemos en ello.
-Estar dispuestos a arrimar el hombro y sudar la camiseta. Esto es como aprender a ir en bicicleta, antes de dominar la técnica uno debe caer y levantarse unas cuantas veces… Integrar un cambio en nuestro día a día supone un trabajo que unos días haremos más livianamente y otros nos resultará más pesado.
No hay que desfallecer, como dice el dicho quien la sigue la consigue. De ahí mi insistencia en que uno tiene que tener claro que quiere cambiar, porque con las ideas claras uno lucha más y no se rinde tan fácilmente.
–Consultar con un profesional cualificado si es preciso. Depende del cambio que nos propongamos, a veces es recomendable pedir ayuda a un profesional cualificado en el ámbito para que nos ayude, nos ofrezca su orientación y nos proporcione las herramientas necesarias para llegar a la meta.
-Por último, es fundamental creer en uno mismo y sus capacidades. Cree en ti y date cada día apoyo y confianza, seguro que así el trabajo es más fácil.
Hasta aquí mis consejos para lograr un cambio con más facilidad, ¿os animáis con vuestros propósitos?
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