
Hoy os hablaremos de la ansiedad y la alimentación, mucho más relacionadas de lo que aparentemente puede parecer.
Las personas que padecen ansiedad tienden a ser bastante activas, ya que suelen tenerlo todo bajo control y en momentos de desesperación pueden optar por soluciones drásticas que pueden suponer un riesgo para su salud y bienestar emocional. Es importante que nos demos cuenta que padecemos ansiedad y que no se trata de algún tipo de enfermedad orgánica y que, poco a poco, nos alejemos de aquello que nos causa la ansiedad.
Cuando el día parece no tener suficientes horas, toca priorizar actividades y organizarnos en nuestro día a día para no caer en nervios y ansiedad innecesarios. No podemos evitar que en determinados momentos tengamos ansiedad pero hemos de prevenir que ésta se instale en nuestra vida. Debemos aprender a vivir con ella y saberla gestionar. Cada persona gestiona la ansiedad de forma diferente recorriendo a hábitos que aparentemente la calman pero tan solo, momentáneamente.
Para trabajar este estado debemos relajarnos, buscando actividades que nos lleven a un estado de serenidad y paz interior. Lo primero que debemos hacer, al levantarnos por la mañana, es decirnos que todo va a ir bien, que las cosas tienen la importancia que queramos darles.
Una forma muy común de calmar la ansiedad es a través de la alimentación, es decir, comer para calmar nuestras emociones en lugar de hacerlo por tener hambre. Nuestra alimentación tiene efectos directos en nuestro estado psicológico y físico, ya que un estado de ansiedad puede venir dado por la deficiencia alimentaria y la falta de ciertos nutrientes básicos para nuestra salud.
La ansiedad es causa de la forma en como comemos, de forma compulsiva. Para reducirla debemos de comer poco a poco y sentados, masticar los alimentos repetidamente, hacer repetidas comidas al día y optar por alimentos saludables (vegetales, frutas, cereales integrales, legumbres y grasas saludables), evitando un exceso de azúcar, cafeína y alimentos procesados. Los ejercicios de relajación son muy adecuados en estos casos, así como realizar respiraciones y ejercicio regular. Es importante organizarnos para no abarcar demasiadas actividades del día a día para cumplir nuestras obligaciones pero sin agitaciones ni autosugestionarnos.
Si algunos de estos síntomas os son conocidos y no podéis romper por vuestra cuenta el vínculo entre la ansiedad y la alimentación, puede ser útil pedir ayuda a un profesional, ya que un psicólogo os facilitará las herramientas necesarias para saber cómo gestionar la ansiedad.
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